jueves, 1 de octubre de 2009

Falta Práctica

-Vamos a un lugar más tranquilo- le digo y me mira- No me mires así, no te trato de boluda. ¿Vamos a un telo? ¿Te parece más caballero?

-No sé, pero más sincero seguro.

Si igual me dice que sí, ¿para qué me jode? Y ahora camina a mi lado. Y: “No quiero que pienses cosas que no son”, y: “¿En qué pensás?” y yo en lo único que pienso es en que por favor no me falle y un poco en mi esposa, en María, pero un poco nada más y la puta que son caros estos telos. Entramos. La habitación más barata no porque seguro se siente insultada y la más cara… bueno, che, tampoco es mi mujer.

La luz opaca del pasillo me hace pensar que si se aleja un poco la voy a perder. Me meto primero en la habitación. Grito, Hay alguien. ¡Soy yo en el espejo, qué boludo, pero qué boludo, eh! Ya pasó, tranquilo, tranquilo. Ella ni cuenta se da, porque pasa directo al baño. Dejo el saco en una silla y me acerco a la mesita de luz, pruebo la música: Shakira, reggaeton, y… qué lindo el silencio, qué poético. La espero. Sentado, parado, acostado como una diva. ¿Qué mierda esta haciendo en el baño? Me palpo los bolsillos, nada. Agarro el que ofrecen en el hotel y lo guardo. Ya sé, ya sé, uno solo es poca autoestima… pero es lo que hay.

Ella aparece y está abstraída de todo, se acerca directo a mí y pretende tenerme cerca.

-¿Qué pretende usted de mi, canalla?- le digo cubriéndome el pecho con ambas manos.

Me mira haciendo un gesto de desconcierto. Dijeron los chicos que estos chistes no son oportunos, pero sigo como si nada. Roza con su mano mi pecho, y es tan extraño sentir una mano diferente a la de María, que dicho sea de paso si se entera me mata. Trato de relajarme, de irme con ella, que no sé su nombre que sé su piel, y me abraza, me susurra algo al oído.

-Mujer, hablá más fuerte. No te escucho nada.

Ella sigue, porque ni siquiera le importa contestarme, y ya esta lejos, tan lejos, veo como se distancia de mi, dulce y bella… ¡La puta madre, está abajo! Bueno, concentrate… Ejem… Las piernas de mi suegro… y algo más…. ¡Algo! ¡Concentrate!

Sube, me mira, acaricia bajando con las manos, recorriendo la habitación de pared a pared. Hace conmigo lo que quiere, me muerde, me empuja. Y la verdad… la estoy pasando mal.

-Disculpame, me tengo que ir, ejem… ¿Querés darme tu número? O no… No importa, bueno, no sé. ¿Te alcanzo a algún lado?

-¿Estás loco? ¿Cómo que te vas?

-Me voy, ¿te alcanzo a algún lugar o no?

-Bueno, no, mejor dejá, me voy sola. No, no te doy mi número- me dice encogiéndose de hombros, tratando de entender-. ¿Hice algo mal?

-Viene complicado, che. No, no hiciste nada malo, son temas míos, ¿flashes… se dice ahora? Estoy casado, estoy fuera de entrenamiento digamos, y no me siento bien haciendo esto. ¿Queda todo mas claro?

-Sí, gracias, andate a la mierda por favor. ¿Pagás vos me quiero imaginar?

-Obvio que sí.

Salgo a la calle. ¡Qué frío, che!, y esta campera no abriga. ¿Qué hice para estar así? Camino por Sarmiento, en el cruce con Rodríguez Peña está el bar y seguramente los chicos.

-¡Mirá quién llega!- dice Leo que es el primero en verme.

-¿Cómo andan?- les pregunto mientras me acerco

-Todo bien, Nachito. Vení, sentate- Joaquín me señala una silla-. ¿Vos como andás?

-¡Qué sé yo! No sé. Bien, supongo. Bueno, el tema es el siguiente, muchachos: me tengo que separar. Tienen razón, necesito vivir sin María, por lo menos por un tiempo.



Ayelen Lecman.

No hay comentarios: